COMENTARIO_EN_RESPUESTA_AL_COMENTARIO 7 No comprendo la precisión. “Interpretar todo en términos de nación y de patria” (o grupo o tribu) es por encima de todo una inclinación humana (instintiva, genética) placenteramente recompensada. Si queremos ser “sensatos”, se impone ser consciente de su existencia (como la de todos los mecanismos que nuestros cerebros traen de serie), valorar sus efectos –será que no hay evidencia histórica, incluso reciente- y decidir qué intentar hacer con ella para mejorar (o no empeorar) nuestra existencia. Por ese orden. Empezando, como digo, por poner en marcha la consciencia que nos distingue de la hormiga en la colonia. En otro caso, se corre el riesgo de considerar momento histórico lo que solo es un episodio prehistórico más.
COMENTARIO_EN_RESPUESTA_AL_COMENTARIO 8 De acuerdo: El conflicto está en quien tiene la última palabra en cada campo. En el lenguaje político tradicional eso se llamaba "soberanía". Hoy hablamos de "blindaje competencial".
La sentencia del TC sobre el Estatut dijo que el Parlamento no puede comprometerse a futuro con las Comunidades Autónomas, ni en cuanto a gasto ni en cuanto a legislación. Si desea no pagar lo acordado en la disposición adicional 3a. del Estatut, el Parlamento es soberano y puede no hacerlo. Tampoco puede comprometerse a no legislar con reglamentos o decretos en ciertas áreas, aunque el Estatut dijera otras cosa.
El TC dejó claro que la interperetación de la Constitución que ha ido tejiendo con los años, impide al gobierno central ser un interlocutor fiable para las CCAA, porque ello es incompatible con la idea de una sola nación y una única soberanía. Todo lo que Pujol o Maragall creyeron haber acordado, era agua de borrajas.
Es por eso que debemos hablar de naciones, soberanías y reforma constitucional.
COMENTARIO_EN_RESPUESTA_AL_COMENTARIO 5 Por partes
1. Totalmente de acuerdo. La ley electoral no prima a los partidos nacionalistas en absoluto, y en general tampoco es cierto que estén sobrerepresentados en relación con sus votos. Si su influencia en el gobierno ha sido desmedida (cosa muy discutible, además) las razones hay que encontrarlas en el equilibrio entre derecha e izquierda y la tradicional brecha insalvable entre socialistas y comunistas.
2. Totalmente de acuerdo; en su momento pudo tener razón de ser la ambigüedad a la hora de delimitar las competencias y responsabilidades de las autonomías. Ahora sería conveniente todo lo contrario, ser muy claro a la hora de dejar quien no tiene derecho a meter sus narices en qué. No es que eso le haya importado un bledo al secesionismo, también hay que decirlo, que la competencia a la hora de convocar consultas es meridianamente clara... pero sería conveniente.
3. Aquí, radicalmente en desacuerdo. El pueblo a través de sus representantes electos da las competencias, y por lo tanto también puede quitarlas (es un concepto llamado "democracia") siempre que se haga respetando las leyes y la Constitución. Esa extrañísima idea de que "las autonomías pueden GANAR competencias" pero "el parlamento puede retirárselas" es una manipulación patética. Y por cierto las autonomías a través de sus representantes también eligen los miembros del constitucional, que tradicionalmente ha incluido siempre miembros del gusto de Convergencia...
COMENTARIO_EN_RESPUESTA_AL_COMENTARIO 4 No, el nacionalismo no es un sentimiento sino una ideología, como el romanticismo.
Sentimientos identitarios tenemos todos, igual que todos nos enamoramos, pero los románticos novelesco del XIX eligían la búsqueda del amor como el centro de su vida, estandos dispuestos a llegar al suicidio para que el miedo a la muerte no frenara su búsqueda. De la misma manera, el nacionalismo pone las naciones en el centro de su mundo mental, interpretándolo todo en términos de nación y de patria.
Por fortuna ya no estamos en el XIX y se puede ser romántico o nacionalista de manera mucho mas sensata. Incluso así, la distinción entre sentimiento identitario e ideología sigue siendo real y políticamente muy relevante.
Cataluña es heterogénea, pero eso no es lo mismo que dividida ni menos aún, segregada. Probablemente lo está menos el Reino de España, por poner un ejemplo.
Tampoco Cataluña es la misma políticamente que hace 10 o 15 años como para permitir extrapolaciones. Ya en el 2007, Carod-Rovira decía a los españoles por TVE: "No soy nacionalista. Soy in-de-pen-den-tis-ta". Fuera de Cataluña nadie pareció oirle, pero en la CA quedó claro que aspiraba al voto progresista y de clase media-baja. No era solo "¡visca Cataluña!", sino también "¡volem ser Dinamarca!". Cuando la corrupción y el fiasco del Estatut del 2006 hundieron a CiU y al PSC, el independentismo de ERC se convirtió en una alternativa para bastante mas gente que nacionaliestas burgueses.
Tanto las elecciones al parlament del 2015 como los datos de Kico Llaneras, dicen que el "suelo" del independentismo es del 30%. Agrupemos por niveles de renta o por distritos. Sí, también en la ciudad de Barcelona, dónde el 47% votó independentista el 2015, por un 41% unionista. No, el independentismo no es un fenómeno rural y ni exclusivo de las clases medias o altas.
CiU es historia y la independencia algo a considerar para muchos catalanes de todas las clases, aunque no todos ellos la apoyen. La hipotética República Catalana sería necesariamente "mestiza" y, por tanto, respetuosa con los sentimientos identitarios españolistas. No porque los catalanes sean ni mucho menos mejor gente que los españoles, sino porque un estado sin tanques y cuya reptuación está por hacer, ha de ser escrupulósamente democrático. No podría arriesgarse a que la mitad de la población dijera que no a su Constitución, o a que votara por retonar a España con la primera crisis.
Sin embargo, en medio de la batalla con el gobierno "enemigo", el independentismo se ha olvidado de la necesidad política de contar con todos los catalanes, no solo la mitad, y eso lo está condenando.
Si el nacionalismo fuera algo indefendible, la Constitución Española hablaría del Estado, no de la "patria común e indivisible de todos los españoles". Tampoco encargaría su defensa directamente al ejército, sin mencionar el debido sometimiento al parlamento y al gobierno, como si la unidad de la Patria fuera un bien superior a la democracia y ajeno a la voluntad de los propios españoles. Por supuesto, si el nacionalismo fuera indefendible, tener la bandera mas grande del mundo en la plaza de Colón de Madrid, sería algo vergonzoso.
La ley electoral española no da ventaja a los partidos periféricos. En realidad penaliza a las CA mas pobladas y Cataluña elige el 13% de los diputados cuando tiene el 16% de la población. El caso de Madrid es ciertamente peor, con el 14% de los habitantes y el 9% de los diputados. La excepción relativa es Andalucía, que casi iguala población y representación (18 y 17%, aproximadamente).
CiU, como PSC y ERC, solía tener menos diputados que población representaba, y su supuesta "capacidad de veto" era la típica del partido-cojinete que es capaz de pactar con unos y con otros.
El "pasteleo" competencial de Pujol no hubiera tenido lugar si las reponsabilidades central y autonómicas hubieran sido debidamente delimitadas. "Blindadas", que se dice ahora. Pero cuando el PSC, partido "mestizo" capaz de ganar a veces en barrios altos y bajos, intentó hacerlo con el Estatut del 2006, Pascual Maragall fue condenado por propios y extraños y su proyecto, desvirtuado.
Además, en el 2010, el TC reveló que el estado central, cuando negocia con las CA, juega con las cartas marcadas: las autonomías pueden ganar competencias, pero el Parlamento siempre puede retirárselas y nunca tendrán su financiación asegurada.
"¿Es políticamente defendible el nacionalismo?" La respuesta empieza por no olvidar que el nacionalismo no es una ideología, es un instinto natural. En grados diferentes, somos xenófobos por naturaleza (humana): naturalmente de algún modo nos sentimos parte de un grupo, homogéneo, diferente de otros y mejor que ellos. El rasgo ha sido una ventaja evolutiva pero hoy es fundamentalmente un problema. En sociedades abiertas y diversas, tendencialmente colaborativas y respetuosas con los derechos de los individuos y las minorías, el instinto tribal puede pasar de ser inocuo (una limitada rivalidad deportiva) a peligroso si pretende romper el espacio público plural. Como amenazante sería el natural instinto de venganza si nos llevara a buscar el ajuste de cuentas privado.
Una sociedad política inteligente se preocupa por conocer la naturaleza de los humanos que la componen y cuida de domesticar los instintos que comprometen la convivencia. Nada es perfecto y nunca estaremos de acuerdo en qué es una "buena vida", pero sobrealimentar el espíritu tribal y reconocer un derecho de autodeterminación territorial en sociedades libres es promover el instinto que puede destruir las mejores (aunque imperfectas) organizaciones políticas que la Historia, el azar y algo de ocasional racionalidad han ido construyendo con el tiempo.
(El comentario queda algo al margen de la entrada, perdónenme. Pero cuando leo análisis "políticos" del conflicto, aunque me parezcan inteligentes, que no consideran el aspecto biológico de su raíz -la verdad es que ninguno parece hacerlo en estos interminables días-, me veo obligado a recordarlo).
Muy interesante porque es algo obvio en lo que nadie repara,pero no solo la representación porque esa minoría tiene trambien restringido el acceso al mercado de trabajo mediante el filtro del catalán, por no hablar de la asimetría que dicho requisito impone para el resto de españoles y que también debería considerarse.